sábado, 21 de abril de 2012

Los osos polares, mucho más antiguos de lo que se creía

Esta especie ártica apareció hace 600.000 años de un ancestro común con el oso pardo


El origen de los osos polares (Ursus maritimus) es mucho más antiguo de lo que se creía. Una investigación internacional liderada por el Centro de Investigación en Biodiversidad y Cambio Climático (Alemania) y en la que ha participado el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), sitúa la aparición de esta especie hace 600.000 años, lo que significa que el animal tuvo mucho tiempo para desarrollar su característico pelo blanco y otros rasgos específicos adaptados a su entorno helado. El estudio, que ocupa la portada de la revista científica Science, plantea una cuestión inquietante de cara al futuro. Si los osos tardaron tanto en adaptarse, es posible que sean mucho más sensibles de lo que se pensaba ante los posibles efectos del cambio climático. Quizás les estemos poniendo la vida demasiado complicada.
Artículos previos habían encontrado similitudes en el ADN mitocondrial (procedente de la madre) entre los osos polares y los osos pardos (U. arctos). Debido a ello, se asumió que la especie ártica pertenecía a un linaje escindido de sus primos marrones hace entre 166.000 y 111.000 años y que había experimentado una rápida adaptación a las condiciones polares.
Sin embargo, la nueva investigación se ha basado en el análisis del ADN nuclear procedente de 19 ejemplares de oso polar, 18 ejemplares de oso pardo y 7 ejemplares de oso negro (U. americanus). Las diferencias detectadas entre los genomas indican que la especie polar y la parda divergieron de un ancestro común hace unos 600.000 años.
«Las similitudes entre el ADN mitocondrial de las dos especies podrían indicar la hibridación entre hembras pardas y machos polares, cuya descendencia se integró con la población polar», explica la investigadora en la Estación Biológica de Doñana Jennifer Leonard, que ha participado en el estudio.
El nuevo hallazgo supone una evolución mucho más similar a la del resto de los mamíferos árticos. Leonard opina que sus adaptaciones específicas, como el pelo blanco, la piel negra y la envoltura de sus pies, es ahora menos sorprendente. El zorro polar (Alopex lagopus), por ejemplo, se separó de su linaje original hace unos 900.000 años.

Difícil supervivencia

La creencia de que los osos polares habían evolucionado en poco más de 100.000 años suponía que dicha especie poseía una elevada capacidad adaptativa a las condiciones polares. Este cambio de paradigma sugiere que podrían ser mucho más sensibles de lo que se pensaba ante las consecuencias del cambio climático.
Esta especie no sólo se enfrenta a la desaparición de su hábitat a causa del deshielo glacial. Leonard explica que este hecho les obliga a «colonizar regiones habitadas por los humanos donde su supervivencia se ve comprometida».
«Si perdiéramos al oso polar en nuestra era, deberíamos preguntarnos hasta qué punto hemos dificultado su supervivencia, ya que ellos fueron claramente capaces de resistir otras épocas más cálidas en el pasado», advierte la investigadora.

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