sábado, 31 de marzo de 2012

Los dinosaurios que explotan después de muertos

Una investigación aclara el misterio de las hembras preñadas de ictosaurio, cuyos restos aparecen rodeados de embriones esparcidos como si hubieran sido expulsados en una explosión

Los restos de una ictiosauriopreñada, de 182 millones de años de antiguedad, hallada en Holzmaden (Alemania), han intrigado a los científicos durante mucho tiempo. En efecto, y a pesar de que el esqueleto del antiguo reptil marino está perfectamente conservado y parece descansar tranquilo en lo que, una vez, fue un fondo oceánico, sus diez embriones aparecen esparcidos alrededor de su cuerpo, como si la madre hubiera explotado misteriosamente y los hubiera dispersado en todas direcciones. El estudio se publica en la revista Palaeobiodiversity and Palaeoenvironments.
Resulta, además, que no es la primera vez que se encuentra esta extraña disposición de los huesos fosilizados de una hembra de ictiosaurio. Razón por la que la mayoría de los investigadores creían hasta ahora que, de alguna forma, los cuerpos de estos animales "explotan" después de morir, probablemente a causa de la putrefacción de los gases producidos por el cuerpo durante el proceso de descomposición. Esas explosiones, según la doctrina más aceptada, serían las responsables de que los embriones salieran proyectados fuera del cuerpo materno y aparezcan diseminados a su alrededor.
Ahora, sin embargo, una serie de cuidadosos análisis realizados por un equipo de sedimentólogos, paleontólogos y forenses suizos y alemanes ha derribado el mito de los ictiosaurios que explotan. Y es que, al parecer, los gases que es capaz de producir el cuerpo de un ictiosaurio en descomposición no ejercen la presión suficiente como para provocar un efecto explosivo. Los investigadores llegaron a esa conclusión tras comparar las emanaciones de gases de cien cuerpos sin vida de otra criatura de similares dimensiones: el ser humano.
Expertos del Instituto de Medicina Forense de Frankfurt, en Alemania, insertaron manómetros a través de los ombligos de cien personas fallecidas para medir la presión ejercida en sus cavidades torácicas por los gases de descomposición. Y encontraron que, como media, ésta era de solo 0,035 bares. En el caso de los ictiosaurios, y teniendo en cuenta que sus carcasas estarían cubiertas por entre 50 y 150 metros de agua, serían necesarias presiones de entre 5 y 15 bares para causar una explosión del cuerpo. Algo que, según el paleontólogo alemán Christian Klug, es imposible: "Los grandes vertebrados no pueden explotar al descomponerse. Nuestros resultados -afirma- pueden aplicarse a todos los vertebrados pulmonados en general".

AXN, llega el ADN sintético

Un investigador explica en Science la forma de ensamblar, de forma artificial, nuevos ácidos nucléicos

La biología que conocemos, que está en la base misma de toda la vida en la Tierra, tiene un "alfabeto" bien definido. Existen "letras" (los nucleótidos), que forman "palabras" (los genes), que a su vez integran un completo "vocabulario" (el genoma), formado por largas cadenas de ADN y ARN. Por lo que sabemos, estas son las dos únicas moléculas biológicas que son capaces de almacenar información, y de transmitirla a través de un proceso de duplicación o réplica. Aunque eso no significa, por supuesto, que las cosas no puedan funcionar de otro modo.
Precisamente eso es lo que ha demostrado Vitor Pinheiro, investigador del Medical Research Council de Cambridge, en Gran Bretaña. En un artículo recién publicado en Science, Pinheiro explica la forma de ensamblar, de forma artificial, nuevos ácidos nucleicos, los AXN (Xeno nucleic acids), con las mismas capacidades y funciones que tienen el ADN y el ARN.
En cierto modo, los AXN son simples variaciones de la "receta molecular original". De hecho, tienen un esqueleto formado por las mismas bases nitrogenadas (adenina, guanina, citosina y timina) que el ADN corriente, aunque no utilizan los mismos azúcares, diferencia que no les impide ser capaces de almacenar y transmitir información. No solo eso, sino que uno de los seis AXN sintetizados, el AHN, ha sido incluso capaz de evolucionar en los laboratorios.

Formas de vida alternativas

El trabajo de Pinheiro se entronca en una investigación más amplia y cuyos objetivos son, ni mas ni menos, los de localizar formas de vida alternativas a las que se dan en la Tierra y descubrir, de paso, cómo aparecieron en nuestro propio planeta las primeras moléculas capaces de almacenar información.
Sin duda, la característica más destacada de los AXN es su capacidad para replicarse. Gracias a una serie de enzimas y en condiciones de laboratorio, la secuencia de letras de los AXN consiguió copiarse en una secuencia de ADN que, a su vez, sirvió como "molde" para crear un nuevo filamento de AXN idéntico al original. El proceso demostró ser muy eficiente en todos los casos, aunque en algunas de las moléculas de AXN se llegó hasta el 99,6% de precisión. La capacidad de duplicación de estos ácidos nucleicos sintéticos es de fundamental importancia: de hecho, no hay otra forma de que la información pueda transmitirse de generación en generación.

Resistentes

Pero la Biología nos enseña que donde hay herencia, hay evolución, una regla que se cumple a rajatabla también en las nuevas moléculas de AXN. De hecho, los investigadores han conseguido demostrar que, en presencia de una determinada enzima, el AHN evoluciona hasta el punto de formar estructuras tridimensionales perfectamente capaces de unirse de forma eficaz a otras moléculas.
Por último, las moléculas AXN poseen una propiedad química exclusiva, una que ni el ADN ni el ARN tienen: la resistencia a una serie de enzimas que son capaces de atacar y destruir los ácidos nucléicos. Una característica que hace que el AXN sea perfecto para un gran número de usos, entre ellos la fabricación de nuevos materiales o la medicina.
Ahora, el siguiente paso de los investigadores será el de conseguir que las secuencias de AXN se dupliquen sin pasar por el antes citado paso intermedio del ADN. Según escribe en Science el químico evolucionista Gerald Joyce, "los AXN abren la era de la genética sintética, con profundas implicaciones para la exobiología, la biotecnología y la comprensión de la vida misma. Pero habrá que tener mucho cuidado de no llevar esta investigación hacia áreas que podrían ser peligrosas para nuestra propia biología".

sábado, 10 de marzo de 2012

Los gorilas, más parecidos al hombre de lo que creíamos

La secuenciación del genoma de estos enormes simios revela que, en algunos aspectos, tenemos más en común con ellos que con los chimpancés, nuestros parientes más cercanos

Un equipo del prestigioso Instituto Wellcome Trust Sanger, una institución británica sin ánimo de lucro dedicada a la investigación genética, ha conseguido secuenciar por completo, por primera vez, el genoma del gorila, el último de los grandes simios vivos cuyo «código de barras» quedaba por descifrar. Aunque los chimpancés siguen siendo nuestros parientes más cercanos, las criaturas del planeta con las que tenemos más en común, el reciente hallazgo genético ha revelado que somos mucho más parecidos a los gorilas de lo que creíamos, al menos en un 15% de nuestro genoma. La investigación, publicada en la revista «Nature», no solo proporciona claves sobre la evolución humana, sino que también pone de relieve la importancia de proteger una especie en peligro de extinción que resiste, gravemente amenazada, en los bosques ecuatoriales de África central.
El equipo, dirigido por Richard Durbin, secuenció el genoma de una hembra de gorila occidental de las tierras bajas (Gorilla gorilla gorilla), llamada Kamilah, y comparó el resultado con el de humanos, chimpancés y orangutantes -los otros tres grandes simios vivos- y con otras especies de gorilas. Los científicos analizaron más de 11.000 genes para buscar importantes cambios genéticos en la evolución. De esta forma, descubrieron que aunque en general el hombre y el chimpancé son más parecidos, existen ciertos territorios de nuestro genoma en lo que esto no es cierto. El 15% del genoma humano está más cerca del gorila que del chimpancé, y el 15% del genoma del chimpancé está más cerca del gorila que del ser humano.
«Nuestros hallazgos revelan no solo diferencias entre las especies que reflejan millones de años de divergencia evolutiva, sino también cambios genéticos similares que se produjeron al mismo tiempo desde su ancestro común», explica Chris Tyler-Smith, uno de los autores de la investigación. Uno de estos cambios tiene que ver con la percepción sensorial auditiva, que se desarrolló al mismo tiempo, de forma acelerada, en gorilas y humanos. Los científicos creían que este rápido proceso estaba relacionado con la evolución del lenguaje en el ser humano, pero los nuevos resultados ponen en duda este punto, ya que, aunque pasaron por lo mismo, los gorilas no hablan.

En peligro de extinción

La investigación también ilumina el momento en el que los gorilas se separaron como especie de humanos y chimpancés, hace diez millones de años. La división entre gorilas occidentales y orientales (entre ellos los famosos de montaña) fue mucho más reciente, en el último millón de años, y gradual, a pesar de que ahora son genéticamente distintos. Esta división es comparable en algunos aspectos con la que se produjo entre chimpancés y bonobos, o entre el ser humano modern0 y los neandertales.
Los gorilas sobreviven en nuestros días en poblaciones aisladas en los bosques ecuatoriales de África central. En peligro de extinción, se encuentran gravemente amenazados y son víctimas de matanzas por razones comerciales. Los científicos creen que esta investigación puede servir para concienciar aún más sobre la necesidad de proteger a estos simios que se nos parecen tanto. Dejar que desaparezcan sería como acabar con una parte de nosotros mismos.

Un nuevo método para encontrar vida en otros planetas

La técnica, en la que han participado científicos de Canarias, permite descubrir si la vida vegetal más simple se encuentra en otro lugar del Universo

A partir de la observación de la Luna, astrónomos del Observatorio Europeo Austral (ESO) han encontrado evidencias de vida en el Universo... concretamente en la Tierra. Encontrar vida en nuestro planeta puede parecer una observación trivial, pero el nuevo enfoque de este equipo internacional de científicos, entre los que participan astrónomos canarios, puede llevar a futuros descubrimientos de vida en otros lugares del Universo. El trabajo se describe en un artículo que aparece publicado en la revista Nature.
«Utilizamos un truco llamado observación earthshine (en inglés, brillo de la Tierra) para mirar la Tierra como si fuera un exoplaneta», explica Michael Sterzik, autor principal de la investigación. «El Sol brilla sobre la Tierra y esa luz se refleja de nuevo sobre la superficie de la Luna. La superficie lunar actúa como un enorme espejo».
Los astrónomos analizan la débil luz reflejada por la Tierra buscando indicadores, como ciertas combinaciones de gases en la atmósfera de la Tierra, los delatores de la presencia de vida orgánica. Este método hace de la Tierra un punto de referencia para la futura búsqueda de vida en planetas más allá del Sistema Solar.
Las huellas de vida, o biomarcadores, son difíciles de encontrar con métodos convencionales, pero el equipo ha sido pionero al aplicar un nuevo enfoque más sensible. En lugar de limitarse a observar cuán brillante es la luz reflejada en diferentes colores, también observan la polarización de la luz, una técnica denominada espectropolarimetría. Aplicando esta técnica al brillo de la Tierra observado con el VLT, pueden verse con claridad los biomarcadores en la luz reflejada desde la Tierra.
Stefano Bagnulo (Observatorio de Armagh, Irlanda del Norte, Reino Unido), coautor de este estudio, explica las ventajas: «La luz de un exoplaneta distante es difícil de ver debido al brillo de la estrella anfitriona, con lo cual es muy difícil analizarla; casi tan complicado como intentar estudiar un grano de polvo junto una potente bombilla. Pero la luz reflejada por un planeta se polariza, mientras que la de la estrella no. Por tanto, las técnicas polarimétricas nos ayudan a capturar la débil luz reflejada de un exoplaneta proveniente de su deslumbrante estrella».
El equipo estudió tanto el color como el grado de polarización de la luz de la Tierra tras ser reflejada por la Luna, como si la luz viniera de un exoplaneta. Consiguieron deducir que la atmósfera de la Tierra es parcialmente nubosa, que parte de su superficie está cubierta de océanos, y que —y esto resulta crucial— hay vegetación. Pudieron incluso detectar cambios en la cobertura de nubes y en la cantidad de vegetación en diferentes momentos, dado que la luz reflejada por la Luna provenía de diferentes partes de la Tierra.
«Encontrar vida fuera del Sistema Solar depende de dos cosas: en primer lugar, de que esa vida exista y, en segundo, de que contemos con la suficiente capacidad técnica para detectarla», añade Enric Palle, del Instituto de Astrofísica de Canarias. «Este trabajo es un paso adelante en el camino para alcanzar esas capacidades».
«La Espectropolarimetría puede, en última instancia, decirnos si la vida vegetal más simple —basada en procesos de fotosíntesis— ha emergido en algún otro lugar del Universo», concluye Sterzik. «Pero, por supuesto, no estamos buscando pequeños seres verdes ni evidencias de vida inteligente».
La próxima generación de telescopios, como el E-ELT (European Extremely Large Telescope), podría ser capaz de darnos la extraordinaria noticia de que la Tierra no está sola como portadora de vida en el Universo.

    La NASA perdió en 2011 un ordenador con información sensible

    El portátil contenía los algoritmos utilizados para controlar la Estación Espacial Internacional


    La Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio de Estados Unidos (NASA) es conocida por logros como haberle ganado la carrera espacial a la Unión Soviética o haber conseguido que el hombre llegase a la Luna. Pero lo que desconocíamos es que la agencia norteamericana tiene un serio problema con la seguridad informática.
    Durante una sesión del Subcomité de Investigaciones y Descuidos celebrada la tarde del 29 de febrero, la NASA fue evaluada por sus constantes brechas de seguridad, entre las que se encuentran la pérdida en marzo de 2011 de un ordenador personal que contenía los algoritmos necesarios para manejar remotamente la Estación Espacial Internacional (ISS) o los 5.621 errores de seguridad que sufrió entre 2009 y 2010.
    «Mientras que nuestras agencias de inteligencia y defensa vigilan la puerta principal del país y previenen intrusiones que podrían robar o corromper información sensible, la NASA se podría convertir en una puerta trasera sin cerrar y sin la vigilancia necesaria», explicó el presidente del subcomité, Paul Broun.
    Ante este subcomité, que actúa como autoridad designada por el Congreso de EE.UU. para valorar los problemas relacionados con su Comité de Ciencia, Espacio y Tecnología, acudieron Linda Cureton, directora de información de la NASA; y Paul Martin, inspector general de la misma agencia.

    Fallos en los satélites

    Durante varias horas, Cureton y Martin tuvieron que responder a las preguntas del subcomité sobre problemas técnicos como los experimentados por los satélites Terra y Landsat-7, los cuales han sufrido en el último año dos fallos que podrían ser el resultado de ciberataques a sus sistemas de control. Otros asuntos sobre la mesa fueron el robo de 48 aparatos móviles entre abril de 2009 y abril de 2011 con información que incluía detalles sobre los programas Constellation y Orion.
    Paul Martin, cuya unidad se encarga de supervisar con auditorias el trabajo del equipo de Cureton, presentó un informe ante la sala con recomendaciones para mejorar la seguridad de la agencia en el que dejaba patente que esta es vulnerable a incidentes que podrían tener consecuencias severas o catastróficas en las operaciones y la propiedad de la agencia. «Hasta que la NASA incorpore una política de seguridad tecnológica en su modelo de gestión e implemente programas de seguridad, seguirá en riesgo de incidentes que pueden tener efectos adversos», añadió Martin.­­­
    Broun alabó el esfuerzo que la NASA está haciendo para seguir las recomendaciones realizadas por su inspector general, pero también apuntó que aún queda mucho por hacer, ya que a menos que la agencia sea «capaz de adaptarse constantemente, su información, sistemas y operaciones continuarán estando en peligro».

    La Tierra surgió del impacto de meteoritos

    Los «ladrillos» a partir de los que se formó la Tierra podrían ser muy distintos de lo que los científicos habían creído hasta ahora

    Los "ladrillos" a partir de los que se formó la Tierra podrían ser muy distintos de lo que los científicos habían creído hasta ahora. En efecto, un nuevo estudio sugiere que nuestro planeta surgió a partir de un gran número de colisiones de meteoritos, de varias clases y tamaños. El estudio, llevado a cabo por investigadores franceses, se publica hoy en la revista Science.
    La teoría clásica de la formación de la Tierra nos dice que, hace unos 4.500 millones de años, el material sobrante del nacimiento del Sol formó alrededor de la estrella recién nacida un disco de polvo cuyos granos, muy lentamente y debido a su propia gravedad, se fueron agrupando y formando primero pequeñas piedras, después rocas más grandes y por último un embrión planetario, que fue atrayendo más y más material hasta dar forma a la Tierra que conocemos.
    También se pensaba que la mayor parte de los cuerpos que se fueron fusionando al "embrión terrestre" se habían formado en un estrecho "corredor" espacial y eran todos muy similares y pertenecientes a una sub familia de meteoritos llamados condritas de enstatita.
    La idea se basaba en el hallazgo de un gran número de sorprendentes similitudes entre los diferentes isótopos de elementos como el oxígeno, el níquel y el cromo, entre la Tierra y ese tipo concreto de meteoritos. Los isótopos son átomos de un mismo elemento que tienen, sin embargo, distinto número de neutrones en su núcleo.
    Pero una nueva comparación entre isótopos de silicio terrestre y procedente de meteoritos parece sugerir que nuestro planeta está "amasado" a partir de una mezcla muy heterogénea de meteoritos de varias clases. Los geoquímicos Caroline Fitoussi y Bernard Bourdon, de la Ecole Normale Supérieure de Lyon, en Francia, han analizado isótopos de silicio procedentes de distintas rocas del manto terrestre. Y los han comparado después con los mismos isótopos procedentes de rocas lunares (de las muestras traídas a la Tierra en las misiones Apolo) y de meteoritos.
    Utilizando modelos informáticos de la formación de la Tierra, los investigadores se dieron cuenta de que para producir la mezcla exacta de isótopos de oxígeno, níquel y cromo hallada en las muestras terrestres era necesario unir por lo menos tres clases diferentes de meteoritos, y no solo una. En otras palabras, no fueron solo las condritas de enstatita las que formaron nuestro planeta.

    Formación de la Luna

    "Es la primera vez -explica Fitoussi- que se observa una diferencia en la composición isotópica de un elemento entre las condritas de enstatita y la Tierra. Es algo muy diferente a todo lo que se había visto antes".
    El hecho, además, de que los isótopos de silicio medidos en rocas terrestres y lunares fueran casi idénticos entre sí sugiere que el material que creó la Luna debió por fuerza formar parte del manto terrestre antes de que surgiera nuestro satélite. De otro modo, los isótopos de ambos cuerpos habrían sido muy diferentes.
    La idea respalda y da nueva consistencia a la teoría de que la Luna se formó como consecuencia del impacto de un asteroide gigantesco (probablemente de tamaño similar a Marte) contra nuestro joven mundo.

    Niños y monos aprenden de forma diferente

    Pequeños de guardería demuestran ser más habilidosos que los monos en la resolución de un rompecabezas porque comparten sus conocimientos, un tipo de aprendizaje que puede explicar por qué la cultura humana es única

    La situación no es nueva. Niños de tres años y chimpancés, delante de un puzzle o un ingenioso juguete, ponen a prueba su capacidad de aprendizaje para los científicos. Los primatólogos creen que los pequeños de esa edad y los simios tienen una inteligencia comparable, pero los experimentos han demostrado que existen diferencias fundamentales en la forma de adquirir y acumular conocimiento que hacen único al ser humano. En este nuevo ensayo, llevado a cabo por un equipo internacional de investigadores, se pidió a un grupo de niños de guardería, chimpancés y monos capuchinos adultos que armaran el mismo rompecabezas. Los menores lo hicieron mejor, porque colaboraron y compartieron información, mientras que los monos no parecían mostrar interés por cómo les iba a sus compañeros. Para los científicos, que han publicado sus resultados en la revista Science, ésta puede ser la clave de que la cultura humana se vuelva cada vez más compleja a lo largo de generaciones.
    La inteligencia de los chimpancés es bien conocida. Pueden aprender el lenguaje de los signos con un vocabulario aceptable, tienen capacidad simbólica, utilizan herramientas e incluso han demostrado ser superiores a nosotros en algunas habilidades de memoria matemática. Los primatólogos dicen que su capacidad mental es parecida a la de un niño de tres años. En un famoso experimento llamado el «cacahuete flotante», llevado a cabo por científicos del Instituto Max Plank de Alemania, niños de esa edad y monos podían obtener un premio si eran capaces de rescatar una nuez metida en una probeta, para lo que se les entregaba un vaso de agua. Animales y críos alcanzaron aciertos similares, pero los primeros se dedicaron a improvisar, mientras que los pequeños eran capaces de imitar a los que tenían más éxito.

    Enseñanza mutua

    Este experimento llega a conclusiones parecidas. En esta ocasión, científicos de las universidades de Texas (EE.UU.), Estrasburgo (Francia) y St. Andrews y Durham (Reino Unido), pidieron a niños de 3 y 4 años y a monos que armaran un rompecabezas en forma de caja si querían conseguir unos regalitos -pegatinas para los niños; zanahorias, manzanas y uvas para los monos- que se entregaban en tres etapas cada vez más difíciles. Para ello, tenían que manipular los compartimentos correctamente. Los niños tuvieron mucho más éxito en alcanzar las etapas de más alto nivel porque, a diferencia de los chimpancés, compartieron sus conocimientos, se imitaron, se enseñaron unos a otros y se repartieron sus premios.
    Los investigadores creen que este paquete de procesos psicológicos es crítico para el desarrollo de una cultura acumulativa, el conocimiento que la humanidad suma a lo largo del tiempo. Aunque muchas otras especies, especialmente entre los mamíferos, aves y peces, adquieren conocimientos y habilidades de los demás, los investigadores creen que este comportamiento no puede asemejarse en complejidad al que realiza el ser humano.

    El plasma de la tormenta solar llega a la Tierra

    Es probable que esquivemos la nube de partículas enviada por la gran llamarada del lunes, pero la mancha 1429 ya había lanzado otro bombazo, algo más suave, que quizás no podamos evitar

    El Sol vuelve a hacerse notar con rabia. El lunes envió una potente llamarada de clase X1 y la súbita liberación de gran cantidad de materia solar, una nube ardiente de partículas y radiación llamada CME (eyección de masa coronal) a miles de km por segundo. Por fortuna, es probable que este regalo envenenado de nuestro astro rey no golpee la Tierra, sino que vaya dirigido de lleno contra Mercurio y Venus. Sin embargo, la misma mancha que provocó el primer bombazo, la AR 1429, lanzó otro el domingo, algo más suave, de clase M, cuya nube sí podría cruzarse este martes con nuestro planeta.
    Cada once años, la actividad del Sol alcanza su punto máximo. Aparecen manchas solares, que son zonas más frías y de color oscuro, con fuertes campos magnéticos. La diferencia térmica causa erupciones solares, grandes y violentas llamaradas. Las llamaradas se clasifican de acuerdo a su fuerza. Las más pequeños son de clase B, seguidas de C, M y X, la más grande. Al igual que en la escala de Richter para los terremotos, cada letra representa un incremento de diez veces en la producción de energía. Así, una X es 10 veces mayor que una M y 100 veces superior a una C. Dentro de cada letra, hay una escala más de 1 a 9. La X.9 sería la llamarada más salvaje.

    En el campo magnético

    La llamarada de clase M, cuyo CME puede golpear de refilón el campo magnético de nuestro planeta este martes, es suficientemente potente como para causar apagones de radio en los polos. El Observatorio de Dinámica Solar (SDO) de la NASA espera que se incrementen las auroras en altas latitudes. Los expertos señalan que la actual temporada de tormentas solares es la más intensa desde septiembre de 2005. En enero, los científicos detectaron dos llamaradas en cuatro días seguidas de ondas expansivas de miles de millones de toneladas de plasma desplazándose a unos 8 millones de kilómetros por hora. La onda causada por la segunda erupción alcanzó la Tierra en unas 34 horas, antes de lo que es habitual -que suele ser dos o más días-, y varios vuelos que debían sobrevolar el Ártico fueron desviados para evitar el exceso de radiación. Las auroras boreales fueron más intensas que nunca e incluso pudieron verse en Escocia.

    Una potente llamarada solar interrumpe las comunicaciones en Australia, China e India

    De máxima intensidad, ha surgido de la mancha solar 1429 y ha golpeado la Tierra hace tan solo unas horas

    Ha vuelto a ocurrir, y esta vez ha dado con fuerza. Una llamarada solar de clase X, la de mayor nivel, se ha registrado a las 5.05 horas de este lunes (hora peninsular española) con dirección a la Tierra y ha provocado apagones de radio en Australia, China e India, según informa Europa Press. Esta llamarada surge de la mancha solar AR 1429, que sigue rotando hacia la Tierra y de la que se esperan que salgan nuevas llamaradas en los próximos días.
    La mancha 1429 apareció en las últimas horas del pasado viernes, llevada por su propia rotación, en el lado del Sol por el que actualmente «pasa» la Tierra. Debido a la composición de su campo magnético -y la alta cantidad de energía almacenada-, ha sido el origen de una alta actividad geomagnética, con numerosas llamaradas de diferentes niveles a lo largo de todo este fin de semana.
    Sin embargo, ninguna de ellas había tenido consecuencias hasta la registrada esta madrugada, que ha llegado a un nivel X1.1 -las hay A, B, C, M y X, letras a las que sigue un número del 1 al 9-, y que ha llegado a incidir de manera inmediata sobre Australia, China e India. El Observatorio de Dinámica Solar de la NASA (SDO) registró el impresionante fogonazo sobre la superficie del Sol, que puede verse en la imagen superior. Concretamente, pocos minutos después de su emisión se produjo un apagón de Radio (R3) sobre distintas áreas de esas zonas por la ionización en la atmósfera terrestre proveniente de la llamarada. Los expertos han apuntado que, habitualmente, suele tardar en torno a ocho minutos en alcanzar el planeta.

    Tormenta geomagnética

    Ahora, se espera la llegada de una eyección de masa coronal (CME, por sus siglas en inglés), una enorme nube de plasma lanzada por el Sol, que incidirá sobre la Tierra el miércoles o el jueves con una previsión de tormenta geomagnética de menor a moderada (niveles G1-G2). Posiblemente, se vean hermosas auroras.
    La Administración Nacional de los Océanos y la Atmósfera (NOAA) de EE.UU. ha revisado al alza la calificación inicial de la mancha 1429 (respecto la que daba un 5% inicial de llamaradas X), al tiempo que sigue su rotación hacia posiciones más centrales del disco solar y, por tanto, más geoefectivas.
    El bombazo es un ejemplo más de la actividad cada vez más fuerte del Sol. El pasado enero, una densa nube de materia solar golpeó la Tierra e hizo notar sus efectos en una buena parte del mundo, especialmente en el hemisferio norte. Varios vuelos que debían sobrevolar el Ártico fueron desviados para evitar el exceso de radiación. Las auroras boreales fueron más intensas que nunca y pudieron verse incluso sobre Escocia, mucho más al sur de lo habitual.
    Como la anterior, la tormenta solar de este lunes es impresionante para los estándares recientes, pero todavía falta por llegar el apogeo del ciclo solar. «Veremos más tormentas como ésta o incluso mayores a medida que nos acerquemos al máximo solar», avisaba en enero Michael Hesse, jefe de heliofísica de la NASA en el Centro Goddard para Vuelos Espaciales.