lunes, 30 de abril de 2012

Físicos dicen haber resuelto el problema de la fusión

Investigadores de Princeton creen tener la clave para proporcionar, por fin, la energía limpia, inagotable y segura de la estrellas en la Tierra

Obtener energía de fusión, la que utilizan las estrellas para mantenerse activas, es uno de los grandes desafíos de la ciencia. Se trataría, prometen los físicos, de una fuente de energía inagotable, segura y limpia, una maravilla energética que, de momento, solo se ha conseguido de forma experimental, cara y en pequeñas cantidades. Ahora, la Universidad de Princeton ha anunciado que dos de sus físicos han descubierto una posible solución a esta barrera científica y productiva, un misterio que ha desconcertado durante mucho tiempo a los investigadores. Si su teoría es confirmada por la experimentación, el hallazgo podría ayudar a eliminar un importante obstáculo para el desarrollo de la fusión como fuente de producción de energía eléctrica en todo el mundo. La investigación aparece publicada en la revista especializada Physical Review Letters.
El proceso de fusión consiste en darle la vuelta a la energía nuclear y unir partículas de hidrógeno en vez de dividirlas, hasta que se convierten en helio, a temperaturas infernales de 150 millones de grados. Es el mismo trabajo que realiza nuestro Sol para seguir brillando. Recrear este proceso en la Tierra es extremadamente complicado, ya que hacen falta campos magnéticos para mantener esas altísimas temperaturas, muy difíciles de alcanzar. La fusión solo se produce cuando el plasma está lo suficientemente caliente y denso para que los núcleos atómicos contenidos en el gas se puedan combinar entre sí liberando energía. Pero algo falla en el proceso.
Aquí es donde entran en juego los científicos del Laboratorio de Física de Plasma de Princeton Luis Delgado-Aparicio y David Gates. Ellos han descubierto que unas fastidiosas burbujas con impurezas que aparecen en el proceso son las culpables de enfriar el plasma, lo que impide que los reactores funcionen con eficiencia.
En los reactores experimentales existentes (llamados tokamak) el plasma alcanza un límite de densidad y, aunque se añada más energía para calentarlo, esta densidad no aumenta. Sin embargo, es indispensable conseguirla para llegar a la fusión. Esto ha supuesto un misterio durante 30 ó 40 años. En un momento de inspiración, como ellos mismos reconocen, los físicos de Princeton se fijaron en las burbujas que aparecen en el plasma. Descubrieron que se inician en las paredes del tokamak, donde recogen las impurezas, para después desplazarse al interior del plasma. Estas «pequeñas islas» cometen un doble daño: por un lado enfrían el plasma y por otro actúan como escudos que bloquean la entrada de la energía al reactor.

sábado, 21 de abril de 2012

Un experimento contra la calvicie logra regenerar el pelo

Científicos japoneses utilizaron células madre para que el pelaje volviera a surgir con fuerza en ratones lampiños, lo que puede suponer un importante avance contra distintos tipos de alopecia


Cuando un adulto pierde los folículos capilares y se queda calvo, ya no recupera el pelo perdido. La posibilidad de que vuelva a crecer una frondosa melena de forma natural es, prácticamente, un milagro. Quizás deje de serlo, con la ayuda de la bioingeniería. Un equipo de investigadores japoneses ha desarrollado una nueva técnica con células madre capaz de regenerar totalmente el pelo en ratones adultos. Los investigadores implantaron gérmenes de folículo piloso en cobayas de laboratorio completamente lampiñas y consiguieron que el pelaje y las vibrisas, los pelillos del bigote que utilizan muchos animales con un propósito sensorial, crecieran sanos y fuertes, como si siempre hubieran estado allí. Los científicos, que han publicado su trabajo en la revista científica Nature Communications, se preparan para realizar pruebas clínicas con seres humanos dentro de tres años para encontrar una «cura» a la alopecia y similares problemas capilares.
Los investigadores, dirigidos por Takashi Tsuji, profesor en la Universidad de la Ciencia en Tokio, reconstruyeron el pelo con células de piel embrionaria y células madre de vibrisa adulta respectivamente. Los folículos creados con bioingeniería desarrollaron las estructuras correctas y las conexiones adecuadas con los tejidos circundantes, como la piel, los músculos y las fibras nerviosas. Después, se desarrollaron con total normalidad, con las fases habituales de crecimiento, sin ninguna diferencia con el pelo natural. Los ratones desnudos recuperaron su pelo a mechones, como puede apreciarse en la fotografía.
Para los científicos, el estudio puede dar esperanza a los que han perdido su cabello por sufrir lesiones o distintos tipos de alopecia. Además, creen que supone un avance sustancial en el desarrollo de la próxima generación de terapias regenerativas para reemplazar órganos dañados por enfermedades, lesiones o el envejecimiento.

Una gigantesca reserva de agua aparece en el subsuelo de África

Las enormes bolsas subterráneas pueden ser la esperanza del continente: medio millón de kilómetros cúbicos que podrían aliviar la sed de más de 300 millones de africanos

Un mapa geológico elaborado por científicos británicos muestra que África puede descansar sobre una descomunal reserva de agua subterránea, cuyos mayores acuíferos se situarían en el norte. El volumen total de agua bajo el suelo ascendería a medio millón de kilómetros cúbicos, una cantidad que equivale a veinte veces el agua procedente de las precipitaciones anuales en todo África, y que podría aliviar la sed de más de 300 millones de africanos. Las reservas tienen 5.000 años de antigüedad, época en la que el Sahara era un vergel. Algunos pozos se encuentran solo a 25 metros de profundidad y sería posible explotarlos.
Alrededor de la mitad de estas reservas -que datan de hace unos 5.000 años- se encontrarían en Libia, Argelia y Chad, coincidiendo con una parte del desierto del Sahara, ha explicado Alan MacDonald, el geólogo que lideró la investigación. "Estas grandes bolsas de agua podrían aliviar la situación de más de 300 millones de africanos que no disponen de agua potable, así como mejorar la productividad de los cultivos", ha afirmado el experto de la institución científica British Geological Survey.

Cien veces más que en la superficie

El estudio, en el que también participan expertos del University College de Londres, indica que el volumen de agua de los acuíferos es cien veces superior a la cantidad que existe en la superficie. Se trata de la primera investigación que abarca todas las reservas de agua subterráneas de África e incluye una serie de mapas, que publica hoy la revista científica "Environmental Research Letters".
Para su elaboración, los expertos recolectaron los planos hidrológicos elaborados por distintos países africanos así como los resultados de 283 estudios regionales previos. En el norte de África las bolsas de agua almacenada tienen un grosor de 75 metros y se encuentran protegidas por rocas de gran dureza como el granito, lo que ha supuesto una sorpresa para los investigadores. Sin embargo, estos acuíferos no se rellenan con el agua procedente de las precipitaciones recientes y filtrada a través de la tierra, sino que sus reservas datan de hace aproximadamente 5.000 años.
En esa época, el Sahara era un vergel, con numerosos lagos y vegetación de sabana, pero se convirtió en el mayor desierto cálido del planeta hace 2.700 años después de una lenta desertización. Además, los geólogos hallaron grandes reservas en la costa de Mauritania, Senegal, Gambia y parte de Guinea-Bissau, así como en Congo y en la región limítrofe entre Zambia, Angola, Namibia y Botsuana.

La amenaza de la tormenta solar de los mil años


Un artículo en la prestigiosa revista «Nature» advierte de que debemos preparar nuestras redes eléctricas y de comunicaciones para soportar tormentas geomagnéticas mucho peores de las que conocemos


Los días 13 y 14 de marzo de 1989, no hace tanto tiempo, la Tierra experimentó la mayor tormenta geomagnética que la haya golpeado en décadas. Las partículas ionizadas provenientes del Sol provocaron un apagón en Quebec (Canadá), dejando a 5 millones de personas sin electricidad durante nueve horas en invierno y provocando daños valorados en millones y millones de dólares. También destrozó un costosísimo transformador en EE.UU. y envió a reparación dos equipos similares en Reino Unido. Durante el «temporal», las agencias espaciales perdieron el rastro de algunos de sus 1.600 sondas y satélites. Pues bien, debemos prepararnos para algo mucho peor, un evento de tal magnitud que puede ocurrir una vez en mil años. El problema es que no sabemos hasta qué punto puede llegar la intensidad del golpetazo. Esta es la advertencia que Mike Hapgood, del Consejo de Instalaciones Tecnológicas y Científicas del Reino Unido y jefe de un grupo de expertos que avisa al gobierno británico de posibles riesgos del clima espacial, realiza en un artículo de la prestigiosa revista Nature esta semana.
Hapgood explica que la sociedad actual es extremadamente dependiente de los sistemas eléctricos, lo que la convierte en extremadamente vulnerable. En mayo de 1921, una gran tormenta geomagnético quemó una central telefónica en Suecia. Antes, en septiembre 1859, un evento similar interrumpió las redes del emergente telégrafo, provocando incendios en las oficinas. Si una tormenta como esa ocurriera hoy dejaría amplias regiones sin electricidad durante varios meses, según un informe del UK National Grid (la red eléctrica británica). En EE.UU., algunos análisis apuntan a alteraciones a gran escala, efectos que pueden durar años y un impacto económico de varios billones de dólares.
El origen de la amenaza se encuentra en las eyecciones de masa coronal (CME, por sus siglas en inglés), enormes erupciones de plasma cargadas magnéticamente que se producen durante las tormentas solares, y que aumentan el flujo de partículas en el viento solar cientos de veces. Cuando llegan a la Tierra, pueden afectar a las redes eléctricas y, además, modificar las órbitas de los satélites y poner en peligro las naves espaciales. La cuestión es, ¿estaremos preparados cuando una súper tormenta solar se nos venga encima?
Hay cierta capacidad para predecir el clima espacial a corto plazo. El Centro de Predicción de Clima Espacial en Boulder (Colorado, EE.UU.) puede proporcionar una alerta de una tormenta geomagnética fuerte con una antelación de 10 a 60 minutos y un 50% de fiabilidad, lo que permitiría tomar medidas para proteger las grandes redes eléctricas. Hapgood cree que la mejor advertencia de que debemos mejorar nuestras predicciones ocurrió el pasado marzo, cuando nos golpeó un gran CME. Las predicciones del día anterior variaron unas 18 horas. Muchas fueron inexactas. Por fortuna, no pasó a mayores.

La lección del tsunami de Japón

Los sistemas eléctricos, según explica el científico en su artículo de Nature, están diseñados para soportar eventos del nivel de los vistos en los últimos cuarenta años, y los transformadores están preparados para soportar una tormenta como la de 1989, pero no es suficiente. «El terremoto y el tsunami del año pasado en Japón muestran los peligros de prepararnos solo para lo que ya conocemos», dice Hapgood. A su juicio, debemos estar listos para afrontar un evento que puede ocurrir una vez en mil años.
Para ello, Hapgood cree que los científicos necesitan mejorar la disponibilidad de los datos del clima espacial, digitalizando los datos antiguos que, aunque parezca mentira, solo se encuentran en formato de papel. También ve necesario desarrollar modelos más sofisticados para predecir escenarios futuros, datos que resultan imprescindibles para mejorar la protección de nuestros sistemas en riesgo, desde las redes eléctricas y las líneas aéreas al GPS o los sistemas financieros cuyas transacciones automáticas llevan fecha de registro. Según el científico, este trabajo se está haciendo, pero no lo suficientemente rápido.

La nanomedicina, eficaz en el tratamiento de la parálisis cerebral

Las aplicaciones de la nanotecnología ya no parecen tan remotas. Gracias una nueva técnica basada en sus principios se podría estar mucho más cerca de un tratamiento para la parálisis cerebral, la causa más frecuente de discapacidad motora en la primera infancia. Se calcula que su frecuencia oscila entre dos y tres casos por cada 1.000 niños nacidos vivos, aunque en los niños muy prematuros (con un peso menor de 1.500 gramos), las cifras pueden aumentar a 40-100 casos por 1.000.
En un estudio que se publica en Science of Traslational Medicine, un equipo de la Universidad de Chicago (EE.UU.) ofrece los primeros resultados de nueva técnica, basada en la nanotecnología, que está dirigida a células inflamatorias a las que es difícil acceder en el cerebro que podría ser potencialmente utilizada para tratar la parálisis cerebral tras el parto.
Provocada por el daño al cerebro en formación, ya sea en la matriz o durante los primeros meses de vida, la parálisis cerebral es un grupo de trastornos que daña distintas funciones del cerebro y del sistema nervioso, especialmente las habilidades motoras. En respuesta a este daño, el cerebro activa unas células llamadas microglias y astrocitos, los cuales eliminan el daño y se deshacen de la basura celular. Desafortunadamente, estas células pueden reaccionar en demasía y destruir tejido normal de iniciando un proceso de neuroinflamación.
Barreras cerebrales
Desgraciadamente, la mayoría de los fármacos antiinflamatorios actuales tienen problemas para superar las múltiples barreras en el cerebro antes de que alcancen a las microglias y los astrocitos -sus células diana- y por tanto no son tan efectivas como deberían ser. Ahora, el equipo de Sujatha Kannan, acaba de demostrar que un tipo de moléculas, los dendrímeros, pueden eludir fácilmente dichas barreras y transportar fármacos de forma efectiva hasta el cerebro.
En estudios en animales, los dendrímeros parecen mejorar los síntomas de la parálisis cerebral en conejos. Además, una vez que los dendrímeros están dentro del cerebro, las células responsables de la neuroinflamación «se comen su propio veneno», es decir, las moléculas que contiene el fármaco, de forma que se detiene la inflamación y otros efectos dañinos.
Función motora
Los investigadores administraron a un grupo los bebés conejo con parálisis cerebral los dendrímeros portadores del fármaco y comprobaron que, en comparación con conejos no tratados, la función motora de los animales mejoró en tan sólo cinco días después del tratamiento.
Los resultados sugieren que estos dendrímeros podrían potencialmente revertir daño cerebral en recién nacidos diagnosticados con neuroinflamación. El paso siguiente es ver si esta mejoría en la función motora se mantiene en la etapa adulta en los animales. En cualquier caso, los autores consideran que el uso de nanomateriales para tratar daño cerebral abre un nuevo escenario panoramas en el diagnóstico y tratamiento de bebés recién nacidos.

Los osos polares, mucho más antiguos de lo que se creía

Esta especie ártica apareció hace 600.000 años de un ancestro común con el oso pardo


El origen de los osos polares (Ursus maritimus) es mucho más antiguo de lo que se creía. Una investigación internacional liderada por el Centro de Investigación en Biodiversidad y Cambio Climático (Alemania) y en la que ha participado el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), sitúa la aparición de esta especie hace 600.000 años, lo que significa que el animal tuvo mucho tiempo para desarrollar su característico pelo blanco y otros rasgos específicos adaptados a su entorno helado. El estudio, que ocupa la portada de la revista científica Science, plantea una cuestión inquietante de cara al futuro. Si los osos tardaron tanto en adaptarse, es posible que sean mucho más sensibles de lo que se pensaba ante los posibles efectos del cambio climático. Quizás les estemos poniendo la vida demasiado complicada.
Artículos previos habían encontrado similitudes en el ADN mitocondrial (procedente de la madre) entre los osos polares y los osos pardos (U. arctos). Debido a ello, se asumió que la especie ártica pertenecía a un linaje escindido de sus primos marrones hace entre 166.000 y 111.000 años y que había experimentado una rápida adaptación a las condiciones polares.
Sin embargo, la nueva investigación se ha basado en el análisis del ADN nuclear procedente de 19 ejemplares de oso polar, 18 ejemplares de oso pardo y 7 ejemplares de oso negro (U. americanus). Las diferencias detectadas entre los genomas indican que la especie polar y la parda divergieron de un ancestro común hace unos 600.000 años.
«Las similitudes entre el ADN mitocondrial de las dos especies podrían indicar la hibridación entre hembras pardas y machos polares, cuya descendencia se integró con la población polar», explica la investigadora en la Estación Biológica de Doñana Jennifer Leonard, que ha participado en el estudio.
El nuevo hallazgo supone una evolución mucho más similar a la del resto de los mamíferos árticos. Leonard opina que sus adaptaciones específicas, como el pelo blanco, la piel negra y la envoltura de sus pies, es ahora menos sorprendente. El zorro polar (Alopex lagopus), por ejemplo, se separó de su linaje original hace unos 900.000 años.

Difícil supervivencia

La creencia de que los osos polares habían evolucionado en poco más de 100.000 años suponía que dicha especie poseía una elevada capacidad adaptativa a las condiciones polares. Este cambio de paradigma sugiere que podrían ser mucho más sensibles de lo que se pensaba ante las consecuencias del cambio climático.
Esta especie no sólo se enfrenta a la desaparición de su hábitat a causa del deshielo glacial. Leonard explica que este hecho les obliga a «colonizar regiones habitadas por los humanos donde su supervivencia se ve comprometida».
«Si perdiéramos al oso polar en nuestra era, deberíamos preguntarnos hasta qué punto hemos dificultado su supervivencia, ya que ellos fueron claramente capaces de resistir otras épocas más cálidas en el pasado», advierte la investigadora.

Sin rastro de materia oscura en la Vía Láctea

El estudio más detallado sobre el movimiento de las estrellas en nuestra galaxia no encuentra la misteriosa e invisible sustancia que se supone forma el Universo


El estudio más detallado jamás llevado a cabo sobre el movimiento de estrellas dentro de la Vía Láctea, nuestra galaxia, ha sido incapaz de encontrar evidencia alguna de materia oscura en un amplio volumen de espacio alrededor del Sol. Según las teorías más aceptadas, los alrededores del Sol deberían estar llenos de materia oscura, una misteriosa e invisible sustancia que sólo puede ser detectada por la gravedad que ejerce sobre los objetos circundantes.
Sin embargo, el trabajo realizado por un grupo de astrónomos en Chile ha demostrado que dichas teorías no se corresponden con lo observado. Lo cual, de paso, deja muy pocas esperanzas a los varios experimentos que actualmente intentan detectar partículas de materia oscura aquí, en la Tierra.
Utilizando el telescopio MPG/ESO del observatorio de La Silla, los astrónomos compilaron un mapa que recoje al detalle los movimientos de más de 400 estrellas distribuidas en un área de unos 13.000 años luz alrededor del Sol. Con los datos obtenidos, calcularon la cantidad de masa que existe alrededor del Sol en un volumen de espacio que multiplica por cuatro al de experimentos anteriores.

«No está ahí»

"La cantidad de masa que encontramos - explica Christian Moni Bidin, del Departamento de Astronomía de la Universidad de Concepción, en Chile - se ajusta muy bien con lo que vemos (estrellas, polvo y gas), en la región estudiada alrededor del Sol. Pero no deja espacio para el material extra (la materia oscura) que esperábamos encontrar. Nuestros cálculos indican que debería de haberse detectado con claridad en nuestras medidas. Pero, sencillamente, no está allí".

El ser humano, capaz de vivir 130 años

La nutrición es el principal factor ambiental de riesgo que evita que el hombre pueda superar el siglo de vida

El ser humano puede vivir 130 años si solo dependiera de sus genes. El disco duro del hombre está programado para superar el siglo de vida, pero los factores ambientales hacen que raramente se supere el centenar de años. Y el principal factor es la nutrición. De la relación entre nuestros alimentos y los genes se ocupa la nutrigenómica, una ciencia que ha evolucionado en los últimos años y que se presenta como una de las grandes áreas de investigación. Cuatro profesores del Institut de Recerca Biomédica de Lérida, David de Lorenzo, Manuel Portero-Otín, José Serrano y Reinald Pamplona, han plasmado en ‘Nutrigenómica y nutrigenética: hacia la nutrición personalizada’ los primeros pasos de su especialidad que estudia si “unos nutrientes dispara la diabetes que has heredado genéticamente y cuáles no”, según ha explicado el doctor De Lorenzo.
La utopía sería que todos los humanos ingiriesen la cantidad de alimentos necesarios para lograr la mayor longevidad posible y rozar esa cifra mágica de los 130 años; pero también tiene como objetico lograr que los pacientes se alimenten bien y no hagan caso de las dietas milagro. “Para quienes trabajamos en genómica nutricional, es un hecho desafortunado: no solo por la falta en muchas ocasiones de base científica, sino también porque su presencia refleja una demanda social y a su vez una ausencia de alternativas realmente científicas”, indica De Lorenzo.

Prevenir el cáncer

Además, la búsqueda de estas dietas personalizadas pueden evitar enfermedades cardiovasculares y prevenir cánceres. “Se sabe que si se comen más verduras hay menos opciones de padecer cáncer”, ha indicado el doctor en la presentación de este libro editado por Librooks y el Instituto Tomás Pascual. Otros alimentos, como el ajo, son buenos para evitar el cáncer colorrectal; el curry para el cáncer de colon o el brócoli para evitar el cáncer de mama. Así hasta saber, como si fuera un rompecabezas qué es lo mejor para cada cuerpo humano.

El «séptimo continente»: un basurero flotante en el Pacífico

Una expedición francesa partirá en mayo para inspeccionar este impresionante vertedero marino, del que dicen tiene de tres a siete veces el tamaño de España y no deja de crecer

Existen muchos ejemplos de cómo la soberbia y la indiferencia humanas convierten el planeta en algo parecido a una gran cloaca, pero uno de los más impresionantes, tristemente, es un remolino de millones de toneladas de plástico que se concentra en medio del Pacífico, a unos 1.000 kilómetros de Hawai. Conocido como el «gran parche de basura del Pacífico», la «gran isla de basura», la «gran sopa de plástico» o el «séptimo continente», este vertedero marítimo tiene unas dimensiones increíbles. Se calcula que ocupa de 1,7 millones a 3,4 millones de km cuadrados, más o menos el equivalente de tres a siete Españas, y pesa unos 3,5 millones de toneladas. Una catástrofe ecológica que, por desgracia, no deja de crecer. Ahora, una expedición científica francesa liderada por el explorador Patrick Deixonne se dirigirá a esta isla de residuos para examinar su composición y advertir al mundo de su dramática presencia.
La expedición partirá el 2 de mayo desde San Diego (EE.UU.) a bordo de L'Elan, una goleta de dos palos del año 1938. Recorrerá 4.630 kilómetros entre California y Hawai, donde el explorador Charles Moore descubrió accidentalmente esta increíble placa de plástico en 1997. Hasta el momento, solo dos expediciones americanas han estudiado la zona, en 2006 y 2009. Deixonne, miembro de la sociedad de exploradores franceses (SEF), decidió iniciar esta aventura tras observar por sí mismo los residuos durante una carrera transatlántica en solitario hace tres años.
Los desperdicios humanos se agrupan en un remolino gigante provocado por la fuerza de la corriente en vórtice del Pacífico Norte, que gira en sentido de las agujas del reloj. Esto, con la ayuda de los vientos que actúan en la zona, impide que los desechos plásticos se dispersen hacia las costas. La fuerza centrípeta lleva lentamente los escombros hacia el centro de esta espiral, que sería una de las más grandes conocidas en el planeta: 22.200 kilómetros de circunferencia y unos 3,4 millones de km cuadrados, según el Centro Nacional de Estudios Espaciales (CNES), que patrocina el proyecto.
La isla de basura está compuesta por todo lo que se pueda imaginar: boyas, redes de pesca, cepillos de dientes, bombillas, tapas de botellas, objetos procedentes de alcantarillas... Pero destacan sobre todo pequeñísimas piezas de plástico, millones de ellas, algunas del tamaño de un grano de arroz. El efecto es muy parecido al que ejerce el mar sobre la arena de la playa, pero en su versión más espantosa.

Células reprogramadas para el infarto

Los resultados de un trabajo que hoy se publica hoy en Nature podrían cambiar el escenario actual del tratamiento de millones de personas que padecen insuficiencia cardiaca. De acuerdo con el estudio, es posible reprogramar células cardiacas de ratones en cardiomiocitos funcionales -los cardiomiocitos son células del miocardio o músculo cardíaco capaces de contraerse de forma espontánea e individual que hacen que el corazón lata-.

Anteriormente, los científicos había logrado esta transformación en el laboratorio. Ahora, el equipo de Li Qian y Deepak Srivastava, de los Institutos Glasdtone de San Francisco (EE.UU.), han dado un paso más al obtener dicho cambio en animales vivos. Este hallazgo, según los autores del estudio podría ayudar a recuperar corazones dañados por un infarto de miocardio al convertir las células cardiacas dañadas por una lesión, en células capaces de hacer que el corazón bombea sangre de la forma correcta.

Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en el mundo. Además, cada año, los casi 14 millones de personas que sobreviven a un ataque al corazón viven con secuelas en su corazón, que muchas veces dificultad su vida diaria.

Después de un infarto, las células cardiacas quedan seriamente dañadas debido a la privación de oxígeno que se ha producido tras la lesión y no pueden funcionar correctamente, explica Srivastava. Hasta hace poco se pensaba que este daño no podría ser reparado; sin embargo Srivastava y sus colegas ya habían demostrado que era posible reprogramar estas células a través de tres factores de transcripción, que inducen la conversión de los fibroblastos cardiacos, que constituyen la mitad de las células del corazón de los mamíferos, a cardiomiocitos.

En el presente estudio, los investigadores han empleado el mismo método para reprogramar las células del corazón y han visto que funciona: las células dañadas de los ratones se convertían en cardiomiocitos.
Prueba de concepto
En su opinión, «estos experimentos en ratones son una prueba de concepto de que es posible reprogramar células no funcionales en otras que capaces de hacer latir al corazón y ofrecen una vía innovadora y menos invasiva para restaurar la función cardiaca después de un ataque al corazón».

Los resultados podrían tener un impacto significativo en pacientes de insuficiencia cardiaca, cuyo corazón dañado hacen que les sea difícil participar en actividades cotidianas, como subir un tramo de escaleras. «Esta investigación puede resultar en una alternativa para los trasplantes de corazón -debido a la limitación de donantes- ». Y aún más, destaca Qian: «poder reprogramar las células directamente en el corazón eliminaría la necesidad de implantar quirúrgicamente las células que se crearon en un laboratorio».
El siguiente paso será replicar estas experiencias y poner a prueba su seguridad en grandes mamíferos, como cerdos, antes de considerar los ensayos clínicos en seres humanos. «Esperamos que nuestra investigación siente las bases para iniciar la reparación cardíaca poco después de un ataque al corazón, tal vez, incluso cuando el paciente llega a urgencias», dice Srivastava.

En el futuro, los científicos esperan poder utilizar la reprogramación directa no sólo para tratar la insuficiencia cardíaca, sino también para las lesiones de la médula espinal y enfermedades devastadoras como el alzhéimer o el párkinson.

Stratolaunch, el avión más grande del mundo

El inmenso aparato, que puede estar listo en el año 2015, tendrá una distancia de ala a ala que puede superar un campo de fútbol y servirá de plataforma de lanzamiento voladora

La aviación comercial y militar ha dado paso a creaciones con un tamaño realmente impresionante. En el desierto de Mojave, se prepara actualmente el que será el avión con mayor envergadura jamás creado, el Stratolaunch Modelo 351. El gigante tendrá una misión crítica para el desarrollo aeroespacial: convertirse en una plataforma de lanzamiento voladora, desplegando cohetes a casi 10.000 metros de altura. Se espera que el primer vuelo se lleve a cabo en el año 2015.
En una época de duros recortes de presupuesto, la ciencia en general suele pagar los platos rotos. La administración Obama ha limitado el presupuesto de la NASA drásticamente, hasta el punto de que se obligada a hacer algo que habría llenado de bilis a los americanos anticomunistas de la década de los 60: colocar a sus astronautas en cohetes rusos, y pagar por ello. Pero se exploran otras alternativas, y la gran mayoría de ellas parece ganar tracción en el entorno privado. Dentro de la ecuación encontramos a Paul Allen (el mismo que fundara Microsoft con Bill Gates), y a su empresa Stratolaunch Systems, que planea la creación del Stratolaunch Modelo 351. De acuerdo a sus parámetros actuales, será el avión con mayor envergadura del planeta.
Este avión ha recibido el apodo de Roc, ave legendaria asociada a la mitología persa, tan grande que podía cargar a un elefante con sus garras. La envergadura del Roc será de 117 metros, y superará incluso al H-4 Hercules que Howard Hughes construyó en 1947, que actualmente conserva el récord.
La idea esencial detrás del 351 Roc es que asuma el rol de plataforma de lanzamiento voladora. Esta fortaleza elevará un cohete especializado (que está siendo construido por la empresa SpaceX de Elon Musk, a partir de su cohete Falcon 9) a una altura cercana a los diez mil metros, punto a partir del cual el cohete será desplegado y continuará su ruta al espacio, llevando diferentes tipos de carga, y eventualmente, personas.

Hallan decenas de gigantescos huevos de dinosaurio en Chechenia

Los paleontólogos estudiarán qué especie puso los 40 huevos, que miden de 25 cm a un metro


Varios científicos han descubierto en la región de Chechenia lo que creen que pueden ser un conjunto de huevos fosilizados de los reyes de la Tierra hace más de 60 millones de años, los dinosaurios
«Hemos encontrado alrededor de 40 huevos hasta la fecha, el número exacto aún no se ha establecido», ha afirmado Said-Emin Dzhabrailov, un geólogo de la Universidad Estatal de Chechenia. «Podría haber muchos más escondidos en el suelo» finalizó.
Concretamente, el hallazgo fue realizado mientras unos obreros demolían una zona en la ladera de una montaña para construir una carretera cerca de la región Soviética de Georgía, en las montañas del Cáucaso.
En ese momento, y casi por casualidad, un equipo de geólogos se encontró con unas formas lisas, ovales y rocosas. Aunque parecían piedras, finalmente resultaron ser huevos fosilizados de dinosaurio, y presentan un tamaño que va desde 25 cm a un metro, según explicó Dzhabrailov.
A pesar del hallazgo, los especialistas han explicado la necesidad de contar con paleontólogos para determinar qué especie de dinosaurio puso los huevos.

El último vuelo del Discovery

A lomos de un Boeing 747 llegó a Washington para jubilarse en el museo Smithsonian


Tras casi 30 años en activo y 30 misiones, el transbordador espacial Discovery ha despegado y aterrizado por última vez. Desvencijado y a lomos de un Boeing 747 adaptado para la tarea, la nave que puso en órbita el telescopio Hubble despegó del Centro Espacial Kennedy de Florida a las 7 de la mañana del martes para realizar su última misión: jubilarse.
El Discovery aterrizó, sin problemas, en el aeropuerto internacional Dulles de Washington DC tres horas después, tras haber conseguido que cientos de curiosos salieran a las calles de la capital para tratar de ser testigos del hito, ya que el transbordador se desviará antes de aterrizar para poder sobrevolar la Explanada Nacional.
Será en la capital de EE.UU. donde el Discovery pasará sus años de retiro. Esta última aventura comenzará el jueves, cuando sea recibido oficialmente en el Museo Nacional Smithsonian del Aire y el Espacio de EE.UU., su nuevo hogar.
«Es un momento muy emotivo, triste y agridulce», explicó a Reuters el veterano astronauta Mike Mullane, quien había participado en tres misiones espaciales diferentes y presenció el despegue de la nave. Estados Unidos dejó de utilizar sus tres transboradores espaciales (Discovery, Atlantis y Endeavour) el pasado año, una vez que quedó concluida la construcción de la Estación Espacial Internacional (EEI). Discovery, el veterano de los transbordadores del país, completó su última misión en marzo de 2011, después de un viaje de 13 días en el que se encargó de unir a la EEI un nuevo módulo y de ayudar a sus residentes a poner al día su laboratorio.

Más naves en los museos

«Mi esperanza es que cada vez que alguien vea ese vehículo se impresionen y sientan que eso es lo que se puede conseguir cuando nos retamos a nosotros mismos», declaró a Reuters Nicole Scott, una de las astronautas de la NASA que formaron parte del último equipo del Discovery.
Pronto seguirán la senda del Discovery los otros dos transbordadores de la flota de EE.UU. El Endeavour será exhibido en el Centro de las Ciencias de California, mientras que el Atlantis descansará en el Centro de Visitantes del Centro Espacial Kennedy de Florida.

Descubren desiertos de cristal en Marte

Zonas oscuras y misteriosas cubren más de 10 millones de km cuadrados en el hemisferio norte marciano

Zonas oscuras y misteriosas, como las de la foto, cubren más de 10 millones de km. cuadrados en el hemisferio norte marciano. De qué está hecho este singular terreno es algo que hasta ahora ha escapado a los análisis de los investigadores. Sin embargo, nuevos datos de la Mars Express sugieren que esas grandes áreas pueden estar hechas de cristal.
Se trata, según investigadores de la Universidad Estatal de Arizona, de zonas principalmente basálticas. Aquí, en la Tierra, pueden encontrarse en lugares como Islandia. Se desconoce cómo se pudieron formar también en Marte.
Sigue leyendo la noticia y descubre el origen de estos extraños desiertos de cristal en «El Blog», por José Manuel Nieves

En España viven 3.000 personas con hemofilia

De las 400.000 personas que padecen hemofilia en el mundo, 3.000 son españolas. Estos datos se han presentado hoy con motivo del Día Mundial de la Hemofilia, una enfermedad rara que se caracteriza por la falta de un factor de coagulación de la sangre y en función de ese déficit, puede ser de dos tipos: hemofilia A -déficit del factor VIII- y hemofilia B -déficit de factor IX-. La hemofilia, puede ser congénita o adquirida. En el primer caso, solo afecta a los hombres que la padecen desde el momento en el que nacen. Sin embargo, la hemofilia adquirida puede afectar a hombres y mujeres por igual. En ambos casos, el déficit del factor de coagulación y/o el desarrollo de anticuerpos que neutralizan estos factores de la coagulación, son la causa de la aparición de hemorragias, que pueden ser espontáneas o bien producidas por algún tipo de traumatismo.

Los datos presentados por la Federación Española de Hemofilia señalan, sin embargo, que solo el 25 por ciento de los enfermos está tratado o diagnosticado adecuadamente y que la asistencia del resto es «muy precaria o nula». No obstante, Antonio Muñoz, presidente de la federación, ha advertido de que la asistencia a estos pacientes en España, que es de las más punteras a nivel mundial, no debe «bajarse ni un ápice porque se les puede ir la vida».

Por su parte, el presidente de la Asociación de Hemofilia de la Comunidad de Madrid (ASHE MADRID), Carlos Klett , reconoce que el tratamiento de la hemofilia ha evolucionado mucho durante las últimas cuatro décadas, aunque espera que los recortes económicos no afecten al tratamiento, puesto que, sin él los afectados «no pueden seguir adelante».

Klett reconoce que la asistencia y el abordaje que se realiza en estos momentos en España es «francamente bueno». Todo ello hace que un recién diagnosticado lleve una vida «prácticamente normal».

domingo, 1 de abril de 2012

Un pesticida común, culpable de matar a las abejas

Dos estudios en la revista Science señalan que un plaguicida utilizado en los cultivos puede explicar la desaparición de cientos de millones de estos insectos en todo el mundo

La desaparición masiva de cientos de millones de abejas en todo el mundo preocupa a los científicos desde hace años. El número de estos insectos ha disminuido de forma desmesurada, una crisis que llaman el problema del colapso de las colonias (CCD, por sus siglas en inglés) y cuyo origen todavía no ha sido resuelto. Ahora, dos investigaciones, un británica y otra francesa, publicadas en la revista Science, señalan que un pesticida ampliamente utilizado para proteger los cultivos puede ser el causante de esta trágica desaparición. Según los investigadores, el plaguicida desorienta a estos insectos hasta el punto de que son incapaces de regresar a su colmena, reduce el tamaño de las colonias y hace desaparecer a las reinas.
«Algunas especies de abejorros se han reducido enormemente. Por ejemplo, en Norteamérica, varias especies que solían ser comunes han desaparecido más o menos de todo el continente. En Reino Unido, tres se han extinguido», dice Dave Goulson, de la británica Universidad de Stirling. Los investigadores ya habían propuesto múltiples causas para dar una explicación al brutal descenso de abejas, incluidos los pesticidas, pero no estaba claro cómo producían el daño. Los dos nuevos estudios publicados en Science se fijan en los efectos de los insecticidas neonicotinoides, que fueron introducidos en los 90 y se han convertido en uno de los más utilizados en cultivos de todo el mundo. Estos compuestos actúan sobre el sistema nervioso central del insecto.
En el estudio de Stirling, el equipo expuso colonias de abejorro común Bombus terrestris a niveles bajos de un neonicotinoide llamado imidacloprid. Las dosis fueron comparables a las que las abejas reciben con frecuencia en la naturaleza. Después, los investigadores colocaron las colonias en un lugar cerrado donde los ejemplares podían buscar comida en condiciones naturales durante seis semanas. Al principio y al final del experimento, los investigadores pesaron cada uno de los nidos de abejorro -que incluía a los insectos, la cera, la miel, las larvas y el polen- para determinar cuánto había crecido la colonia.
Comparadas con las colonias de control que no habían sido expuestas al pesticida, las colonias tratadas ganaron menos peso, lo que sugiere que había entrado menos comida. Las colonias tratadas eran de un 8 a un 12% más pequeñas que las de control al final del experimento y el porcentaje de producción de reinas se redujo en un 85%. Este último hallazgo es particularmente importante porque significa que habrá muchos menos nidos el próximo año.